NAVA.
Cortado y medio partido. Primer cuartel cortado, jaquelado de oro y veros. Éste está formado por las armas de la familia Álvarez de las Asturias, que forma también parte de numerosos escudos de Asturias y León. Segundo cuartel partido, dos palmas de oro puestas en aspa, surmontada de una corona real. Estas son las armas del Real Monasterio de San Pelayo de Oviedo, al que perteneció parte del concejo de San Bartolomé, hoy integrado en Nava. Las dos palmas y el campo rojo simbolizan el martirio de San Pelayo, sus restos están en una urna bajo el altar mayor de la iglesia del convento. La corona hace alusión al carácter real. Tercer cuartel, un castillo almenado con tres flores de lis, con una rama saliendo de una de sus ventanas posado sobre ella un halcón, situado al lado siniestro del cuartel. Estas son las armas de la familia Posadas, titulares del Señorío de Tresalí. Al timbre corona real, cerrada.
Reseña Histórica.
Sus primeros hallazgos son del Paleolítico con restos de materiales líticos encontrados al aire libre. Se ha encontrado también un túmulo aislado en esta zona concretamente en Pasaes, siendo éste el único catalogado, aunque han aparecido más pero están sin datar. También han aparecido hachas de bronce en Prumedo, dos de doble anillo, una con un solo asa y otra con talón pero sin anillos. Su cultura castreña está bien representada por tres castros. La Cogolla en Cesa, El Castiello de Salas en Polanava y la Forca en Viobes, han aparecido otros restos que no han sido ni excavados. Sus restos romanos no son de gran abundancia, son restos numismáticos y de cerámica.
De su época medieval y en sus primeras fechas, sabemos que había unas tierras denominadas Nava. Será alrededor del siglo XII, cuando empezamos a encontrar documentación sobre unas donaciones que incluían un lugar llamado Salas de Nauna. También encontramos noticias sobre un monasterio de San Bartolomé. Durante el siglo XIII ya aparecen señoríos laicos con influencia en esta zona, como la Casa de Noreña y también influencia religiosa como la iglesia de Oviedo, el monasterio de San Vicente y San Bartolomé de Nava que extenderán sus influencias no solo por este concejo, sino por los vecinos, este monasterio fue muy favorecido por la casa de Noreña. Fue Alfonso X el que funda la puebla de Nava a la que dota con el fuero de Benavente con los privilegios de un mercado semanal y otros beneficios convirtiéndose en el principal vértice económico y administrativo. Esta puebla de Nava no consiguió su objetivo, en parte debido a la influencia monástica de San Bartolomé. Este concejo pasa por diferentes manos, la casa de Noreña, al conde de Trastamara futuro Enrique II, que se la cederá a su hijo bastardo el conde don Alfonso que tuvo continuas rebeldías contra la corona, hasta su derrota que significo el regreso de estas tierras a la corona.
En el siglo XV hay una familia que empieza a destacar, la Casa de Nava que tendrá continuos enfrentamientos con otras Casas para obtener su hegemonía sobre estas tierras. Los monasterios de San Bartolomé de Nava y Santa María de Villamayor son anexionados por el monasterio de San Pelayo de Oviedo. Hubo diferentes focos de lucha entre el coto eclesiástico y la Casa de Nava, siendo el propio corregidor el que pusiera freno a estos enfrentamientos, aunque los problemas continuaron durante los siguientes siglos.
En el siglo XVIII, había sólo dos cotos, el de San Bartolomé y el coto de Nava. Hay que destacar las duras condiciones de vida en esta época, reflejados en los episodios epidémicos que asolaron el concejo.
En el siglo XIX, la guerra de la Independencia tuvo una incidencia local. En las guerras carlistas destaca el ataque a Nava, obra de la partida tradicionalista de Faes. Lo más reseñable fue la abolición de los cotos y su incorporación a la legislación ordinaria. En este concejo el desarrollo minero tuvo un carácter marginal. Se inaugura el tramo de ferrocarril Oviedo-Infiesto que pasa por Nava. En esta época es un concejo con una gran expansión ganadera.
En el siglo XX, este concejo es de tendencia conservadora, en parte debido a su ambiente rural. Esto se vio roto por la revolución de octubre de 34, del que hay que destacar el levantamiento de gentes del campo y de las fábricas atacan el cuartel de la Guardia Civil e incendian la casa rectoral y la de un terrateniente. Tras la derrota algunas partidas siguieron hostigando al régimen franquista por una década. El resto del siglo Nava tiene un carácter marginal en lo referente a la industrialización, especializándose en el sector lácteo. Se la considera una de las capitales asturianas de la sidra junto a Villaviciosa.