LLANERA.
Cortado y medio partido. Primer cuartel cortado, Cruz de los Ángeles de oro y piedras preciosas, soportada por dos ángeles alados. Este cuartel está formado por las armas de la Obispalía de Oviedo, ya que debido a las sucesivas donaciones de estas tierras acabó por convertirse en propietaria de ellas. Fue concejo de Obispalía hasta que Felipe II tuvo permiso del Papa para vender las tierras. Segundo cuartel partido, torre almenada en oro sostenida en ondas de plata. Esta torre representa la antigua torre de San Cucufato en la orilla del río Nora. En esta torre pidió asilo Enrique de Trastamara a Don Diego Menéndez Valdés que se lo denegó huyendo de su hermano Pedro I. Tercer cuartel, tres fajas acompañadas de diez roles cargados de crucetas, puestas tres, dos, dos, tres. Don Diego Menéndez Valdés fue perseguido por Enrique de Trastamara por haberle negado el asilo que le pidió. Este escudo es el antiguo de los Valdés que eran tres franjas a los que se añadieron las ruedas del suplicio que evolucionaron a los roles.
Reseña Histórica.
Tiene restos arqueológicos del Paleolítico Inferior y Medio. También tiene restos de estructuras tumulares de la época Neolítica. Hay restos romanos que en su primera estructura fue un castro pero la falta de excavaciones arqueológicas hace difícil su datación, los principales castros son: La Coroña, Peña Menéndez, El Canto San Pedro, El Cuetu y el Pico Cogolla, el más estudiado ha sido el Canto San Pedro que lo pone más como centro aglutinador de un territorio que con carácter defensivo.
La invasión romana hizo del territorio de Llanera una de los más importantes. Se tienen noticias del núcleo de Lucus Asturum que era un enclave administrativo importante y estaba relacionado con todas las vías de comunicación.
En la Edad Media, hay una gran cantidad de documentaciones que nos informan sobre las ventas o donaciones que hubo en este territorio. En esta época hubo varios monasterios como los de San Pelayo, Santa María de la Vega y San Vicente, pero si hubo uno que destacó fue el de la Iglesia mayor de Oviedo que va ampliando sus territorios gracias a donaciones de dos reyes, Alfonso III y Ordoño II. La culminación de su poder sobre estas tierras llegaría con las donaciones realizadas por la reina doña Urraca que dona a la iglesia de Oviedo todo el territorio de Llanera.
Durante los siglos XIV y XV, la administración de las tierras de Llanera estaban asociadas a las de Las Regueras que pertenecían al Obispo de Oviedo, éste encomendaba su administración a una persona que se llamaba el encomendero que era por lo general un noble destacando entre ellos: Don Rodrigo Álvarez de las Asturias o Pedro Menéndez de Valdés. Esta familia destaca por su apoyo a la corona y estuvieron en este cargo de encomenderos hasta bien entrado el siglo XIV. Este sistema de gobierno tuvo varios problemas que acabaron con la rebelión del siglo XV, que se conoce como la rebelión de “los excomulgados”, llamada así porque los habitantes, hartos de los abusos del encomendero, se apoderaron de su representante haciéndole objeto de vejaciones y el Obispo respondió con la excomunión de las gentes del concejo y cerró las iglesias. Esta situación duraría cuatro años hasta la muerte del Obispo, con el nuevo Obispo llegarían a un acuerdo prestando juramento de no rebelarse y se les levanta el castigo de la excomunión.
Es en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, es cuando el concejo pasa a incorporarse a la corona. La ciudad de Oviedo compra el territorio sin contar con la participación vecinal. Este cambio no produjo ninguna mejora para las gentes, ya que hubo continuos conflictos con el Ayuntamiento de Oviedo, estos problemas siguieron sucediendo durante los siglo XVII y XVIII, aunque de una manera diferente, ya que los lazos que unían a Llanera y Oviedo son cada vez más débiles. Esto lo encontramos a la hora de nombrar cargos ya que el consistorio ovetense tenía una potestad cada vez más reducida.
En este siglo XVIII y ya a principios del XIX, hay que destacar la guerra de la Independencia, donde varias personas del concejo fueron deportados a Francia como prisioneras de guerra. Esta zona fue un lugar de paso que se repetiría durante la guerra carlista.
En el siglo XIX, Llanera consigue su independencia de Oviedo y fija su capital en Posada, correspondiéndole el asiento número 39 en la Junta General del Principado. Algo que destaca es la importancia que va ganando este concejo como vía de comunicación y a esto se le empezó a unir una industrialización incipiente, se instalan industrias como Cerámica Guisasola, una fabrica de explosivos, explotaciones mineras en Ferroñes. Otro acontecimiento fue la instalación de la línea de ferrocarril León-Gijón que convirtió a Villabona en un importante nudo ferroviario.
En 1936 Llanera dio el triunfo al Frente Popular y tras el levantamiento el ejercito permaneció fiel a la Republica. Llanera fue tomada en octubre de 1937 al final de la guerra de Asturias, pero continuaron después algunas acciones guerrilleras. En 1960 hay un gran impulso industrializador, se inauguran el polígono de Silvota, pero la crisis de los años setenta también afectó a este concejo, con el cierre de varias industrias. Hay que destacar un resurgimiento a finales del siglo XX y empieza a instalarse un nuevo polígono industrial el de Asipo, se ubica allí también Mercasturias, y el Parque Tecnológico de Asturias, alcanzando un gran desarrollo no sólo industrial sino residencial.