SAN TIRSO DE ABRES.
Escudo cuartelado. El primer cuartel, nos muestra, sobre campo de azur, la Cruz de los Ángeles, en clara representación de su dependencia de la mitra Ovetense. El segundo cuartel, en campo de gules nos muestra un castillo almenado del que sale un águila surmontado del cuerno de la abundancia y que se refiere a la antigua pertenencia a Castropol. El tercer cuartel, aparece una cabeza de lobo con la boca abierta (en otros aparece la cabeza ensangrentada) y representa al señorío de Altamira. El cuarto cuartel nos muestra, sobre campo de azur, un brazo de monje que sostiene un báculo de oro flanqueado por dos flores de lis. En la parte inferior representa una cruz y una mitra de oro. Este cuarto se refiere al monasterio de Meira.
Reseña Histórica.
Los primeros vestigios históricos hallados en el concejo, pertenecen al paleolítico, encontrándose una necrópolis tumular de O Couzogordo en la Xunqueira en el límite con el vecino concejo de Taramundi. Es la única zona de toda la comarca donde se han encontrado restos tan antiguos.
La presencia romana en la zona se deja sentir por mediación de las explotaciones mineras de hierro y las auríferas. En el primer aspecto, prácticamente no existe ladera sin explorar, siendo las más aprovechadas las localizadas encima de San Andrés, con una mina (Salgueiro) de varias galerías unidas entre sí. En lo referente al oro, en As Cárcovas, en las proximidades de Salcido, se encontraron vestigios importantes. Sin embargo, el hallazgo más importante de la época romana es la presencia de tres asentamientos castreños en el concejo y que son: El Croas de Castro, orientado a labores agrícolas. El Croas de Eilale, relacionado con las explotaciones mineras de Salgueiro, y el Castro de Salcido, dedicado a labores extractivas y de transformación, que cuenta con una pequeña escalera de pizarra que da acceso a una acrópolis y un recinto amurallado de más de tres metros de grosor.
San Tirso forma parte de la donación efectuada por Alfonso VII a la iglesia de Oviedo, pero en 1172 el Monasterio de Meira, situado en Galicia, consigue la mitad del territorio. Aprovechando las buenas condiciones de las vegas del concejo, el monasterio instaló tres granxas o unidades integrales de explotación agrícola en O Chao, A Pumarega y A Brea. En 1537 el conde de Altamira, Don Lope Moscoso, compra el coto por 672.000 maravedíes, aunque no se incluyó la parte del monasterio de Meira.
En 1579 Felipe II necesitado de ingresos para paliar los gastos ocasionados por las guerras, obtiene, con la bendición del Papa Benedicto, el privilegio de vender o incorporar a la Corona los señoríos eclesiásticos, y entre ellos este territorio, lo que aprovecharían las gentes de San Tirso de Abres para adquirirlo, expidiéndose título de villa y cédula de jurisdicción. El pueblo ejercía su jurisdicción nombrando jueces y regidores, sin embargo, esta jurisdicción quedó compartida con el monasterio de Meira y con el conde de Altamira, algo que se aprecia en las percepciones diezmales. San Tirso obtiene representación en la Junta General del Principado a través del partido de la obispalía, cediendo todo el protagonismo a Castropol, que ejercía de cabeza del mismo.
El siglo XIX, ve como se implanta la industria en el concejo con la puesta en marcha de un telar que crea trabajo de venta ambulante. De la guerra de la Independencia no se tienen referencias claras en el concejo, así como tampoco las hay de las batallas Carlistas. En los tramos finales del siglo la emigración a ultramar hace peligrar la estructura demográfica en el territorio, siendo la construcción del ferrocarril minero en 1896 el efecto amortiguador de la misma.
A principios del siglo XX se proyecta en la capital la instalación de una industria óptica, finalmente desechada por culpa de la contienda Civil Española. Durante los últimos tiempos nuevamente empiezan a aparecer movimientos migratorios, aunque esta vez hacia el centro de la región y Europa, que hacen descender peligrosamente la población, modificando la estructura social del concejo.