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miércoles, 13 de abril de 2011

Concejos Asturianos II













ALLER.

Escudo cuartelado en cruz. Primer cuartel: tres castillos de oro que son representativos de los que hubo en el concejo: los de Soto, Pelúgano y el Pino. Segundo cuartel: dos llaves adosadas, acompañadas de seis lunetes puestos de tres en tres y tres lises de oro, este cuartel está formado por las armas de los Quirós. Tercer cuartel: un sol en oro, este cuartel es las armas de la familia Solís. Cuarto cuartel: castaño del que sale un brazo armado del que cuelga un caldero, estas son las armas atribuidas a los linajes Castañon y Nembra. Escusón en abismo, la Cruz de la Victoria en oro y piedras preciosas.

Reseña Histórica.




La primera presencia humana se puede atribuir a los tiempos neolíticos y al comienzo de la edad de los metales, atribuyéndose a este último marco dos estructuras neolíticas cerca de Boo. La comunidad asentada aquí nos ha legado útiles e instrumentos de su actividad, en concreto, se hallaron dos puñales, uno de espiga y otro alabardado.

La época de bronce, aparece representada por un brazalete del mismo metal encontrado cerca de Cabañaquinta. También destacaremos el mayón de la Corralá, aunque tiene una incierta atribución cronológica y es un monolito de arenisca hincado en el suelo verticalmente, su forma nos recuerda representaciones fálicas, contiene diversos motivos grabados: cruces, cazoletas y una figura humana.
Respecto a la romanización, hay algunos datos que destacaremos: una vía romana que divide los concejos de Lena y Aller conocida como vía Carisa, la cual se dirigía de Lena a Lugo de Llanera. Finalmente, datos poco concretos y mal contrastados hacen referencia a diferentes vestigios. Un casco de cobre con varios relieves, gran cantidad de monedas de plata anteriores a Tiberio. Todos ellos constituyen los últimos restos arqueológicos, conocidos anteriores al Medievo.

La Alta Edad Media supone contar con las primeras noticias escritas sobre diversos lugares alleranos. Una primera referencia la encontramos en un documento de la catedral ovetense, supuestamente del año 857 que hace referencia a un afluente del río Ayer. En el periodo de vigencia del reino astur encontramos documentos que nos hablan del crecimiento espacial del valle. Las fuentes arqueológicas datan el poblamiento de estos lugares en los siglos IX y X, como así nos lo demuestran las inscripciones de la iglesia de San Vicente de Serrapio, que data del año 894, y la iglesia de San Julián de Llamas que cuenta con un epígrafe que sitúa su primitiva construcción en el año 940. A partir del siglo XI, la organización espacial de la comarca aparece mucho más definida, como lo demuestra un documento en el que un tal Senior y su mujer Olimpia, ceden una serie de propiedades para la fundación de un hospital.
Es en el periodo bajomedieval donde hay modificaciones en la estructura del poblamiento del valle, concretamente durante el reinado de Alfonso X, en el que la puebla de Aller pertenece al elenco de nuevas villas creados por este rey. A partir de entonces la corporación allerana comienza a funcionar de forma regular y se registran los primeros cargos concejiles.

De todas formas es de sobra conocida la escasez de estudios durante los llamados siglos modernos, y pocos son los datos que nos permiten individualizar su evolución. A partir del siglo XVIII los datos de Hacienda y del Archivo Histórico Nacional, nos revelan un poderosísimo sector ganadero, cuya cabaña en todas sus modalidades se cuenta entre las más numerosas de Asturias. Otra de las actividades que tuvieron su despegue en esta época fue la comercial, especialmente atractiva por su situación de enclave en el itinerario entre Asturias y la Meseta.


Pero lo que realmente consolida como el verdadero canal de comunicación allerano con el exterior, fue el Puerto de San Isidro en el siglo XIX, con la construcción de una carretera que unía el valle principal con la cuenca del Caudal. A raíz de esta novedosa y parca infraestructura viaria, comenzaron a explotarse los primeros yacimientos carboníferos de Aller. De aquí en adelante fue una expansión constante, aumentada en las últimas décadas del siglo con la aparición del ferrocarril, que artículo los valles del Caudal y Lena.