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viernes, 15 de abril de 2011

Concejos Asturianos IV




















AVILÉS.


En campo de gules, una nao puesta a la vela en la mar, con una cruz sobre el mástil y con una sierra en la proa de la nao, quebrando una gruesa cadena.


Reseña Histórica.


Su origen se pierde en los tiempos, aunque puede rastrearse una continuidad en los asentamientos humanos, desde hace unos cien mil años, en yacimientos próximos a la costa. Su historia empieza a documentarse en torno al siglo X, y nos habla de una villa situada al fondo de la ría y protegida por el castillo de Gauzón construido por Alfonso III el magno para la defensa del puerto, y de las incursiones piratas. Los restos del castillo aun pueden verse en el Peñón de Raíces en la entrada del pueblo de Salinas. En este castillo, es donde se recubre de oro y pedrería la cruz de Pelayo para su donación a la Iglesia Ovetense.


Su situación marcó su destino tanto por ser el puerto de Oviedo, a menos de una jornada de camino fácil, como por su ría que divide a la ciudad en dos, tanto geográficamente como económicamente, pesca en Sabugo y comercio y artesanía en la villa amurallada.


Avilés adquiere definición ciudadana con el fuero de Alfonso XI, que se conserva en el Archivo municipal en pergamino una copia romanceada, joya histórica, lingüística y jurídica por la que la villa adquiere categoría de realengo, sin sometimiento señorial y con unos privilegios económicos y civiles, guardando una inquebrantable fidelidad a la corona. En esta época, Avilés demostró su valor estratégico en lo económico, con el monopolio de la sal, teniendo su almacenamiento y distribución. También hay que destacar su comercio marítimo, que recorría desde el cabotaje Cantábrico al comercio con el Norte de Europa, Portugal, Francia y la Península.


Todo este desarrollo comercial y urbano se fraguó en los últimos siglos de la Edad Media, que se sumó a la concesión del Fuero dado por Alfonso XI y ratificado por su nieto Alfonso VII, que marcará toda la orientación política de la villa siempre al lado de la corona. Así Avilés, se vio envuelta en una confusa vida política con la corona de Castilla, ya que todos su monarcas premiaron su fidelidad, ampliando sus privilegios, llegando a disculparla de satisfacer el impuesto de peaje y portazgo en casi todo el reino. Todo esto sirvió para que Avilés se convirtiera en refugio para las personas leales de la autoridad real, pero no por ello deja de ser asaltada por la poderosa familia Quiñones y reconquistada de nuevo. En su recinto se celebran Juntas del Principado para recobrar las libertades no sólo locales sino del Principado.


En toda la Edad Media se fue cimentando la estructura social de Avilés, que agrupaba diferentes elementos en su urbe: el campesinado, las personas dedicadas a la artesanía, la burguesía adinerada y población extranjera atraída por la importancia comercial del puerto, pero igual que destacamos el importante desarrollo en la Edad Media, con su fin y el avance de la Reconquista, Avilés se fue quedando atrás tanto en lo geográfico como en el centro de decisión y esto unido a la situación que se dio de venta de cargos públicos entre determinadas familias, acabó por agravar más su situación de retroceso.


Con la Edad Moderna el puerto de Avilés tan importante, empezó a caer en una crisis mercantil, pero otros sectores tomaron su relevo, como fue sobre todo el sector agrícola que tuvo grandes mejoras en los cultivos tradicionales y también destacar la entrada del maíz.


A todo esto también le siguieron unos siglos y acontecimientos confusos como la entrada de tropas francesas en la villa o los cambios políticos de los años siguientes, la promulgación de la constitución de 1812, el regreso de Fernando VII, la ocupación por las tropas carlistas del General Sanz, la nueva Constitución de 1837, Dictadura de Primo de Rivera, Segunda República, Guerra Civil, etc.