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viernes, 14 de octubre de 2011

Concejos Asturianos LXXXII












VILLANUEVA DE OSCOS.

Escudo medio partido y cortado. 1º, la cruz de los Ángeles de la Archidiócesis de Oviedo. 2º, un castillo flanqueado por dos espigas, del que sale un águila negra surmontada del cuerno de la abundancia, señal del concejo de Castropol. 3º, de azur, una banda jaquelada de plata y gules, acompañada de un brazo vestido moviente del flanco diestro soteniendo un báculo de oro y acompañado de dos flores de lis de oro, y en campaña, una cruz flordelisada de gules y una mitra de oro. Al timbre la corona real, abierta.

Reseña Histórica.


La historia de Villanueva sigue los mismos caminos que la de sus concejos vecinos de San Martín y Santa Eulalia, durante las etapas prehistóricas, la edad antigua y la edad media hasta 1137, fecha en la que pasa a ser coto abadengo.

Los primeros restos hallados que demuestran la presencia humana en el concejo pertenecen a la etapa neolítica, como así lo demuestran los campos tumulares descubiertos en las estribaciones de la sierra de Pumarín, destacando de entre todos ellos el de A Chaira das Grallas.

Dentro de la cultura castreña, también Villanueva nos ofrece diversas muestras de estos singulares asentamientos, destacando los localizados en La Pena del Castro en Morlongo y El Castelo en Villanueva. La etapa colonizadora romana, también se deja notar en todo el territorio, estando adscrito el territorio dentro del "conventus lucenssis". Varios son los vestigios encontrados de dicha época, como los crisoles de piedra y conos de escorias, relacionados con trabajos de fundición. Como es de suponer la presencia de minerales como el hierro fue una de las causas que atrajo a los asentamientos romanos hacia la comarca de los Oscos.

Ya en 1137 la historia de Villanueva toma camino diferente a San Martín y Santa Eulalia, con el establecimiento de una orden Benedictina en la zona de As Tremoras gracias a la donación efectuada a su favor por el rey Alfonso VII, mediante la cual cedía todo el territorio del municipio a los monjes. Varias son las donaciones realizadas durante este siglo al monasterio por particulares, en la cual se recibían terrenos de toda la comarca occidental, como la efectuada por Honega Ramírez en la cual otorga sus posesiones en Gío y Villar de Piantón, o la de Gutierre Alfonso mediante la cual ceden haciendas de Nonide, Grandas y El Franco. En el año 1162 se produce la llegada al monasterio de los Cistercienses, reactivando la vida en el monasterio gracias a la labor agropecuaria, al que se unió el trabajo del hierro en ferrerías artesanas ya por el siglo XVII. En 1182 el monarca Fernando II concede un privilegio al coto mediante el cual toda la jurisdicción iba a pertenecer al monasterio, teniendo sus gentes que cumplir las deudas y los deberes ante el abad, sin que se produzca ninguna intromisión real. Esta exención sería refrendada por los sucesivos reinados que dirigieron las riendas del territorio Español, desde Alfonso IX a Felipe V.
 
Aunque la mayor parte de la superficie de Villanueva pertenecía al coto de Santa María, había una pequeña porción de terreno exenta de los dominios eclesiásticos, la cual estuvo representada en la Junta General del Principado tomando parte del partido de Castropol, siendo los representantes del municipio en 1693 para el repartimiento de alcabalas Domingo López Bermúdez y Antonio de Soto.

El poder ejercido por los monjes durante siglos empieza a desquebrajarse en 1721, fecha en la cual las gentes del concejo expresan su descontento por la enorme servidumbre a la que se les sometía. Así, en el año 1792 el abad, queriendo conservar la integridad del territorio y amansar al pueblo, acepta reducir algunas tasas e impuestos, circunstancia que no logra parar el descontento, llegándose al año 1827, fecha en la cual el monasterio deja de tener jurisdicción sobre toda la zona, alcanzando de este modo la deseada condición municipal. Una vez perdido todo el poder, los monjes fueron expulsados en 1836, debido a la desamortización de Mendizábal, y todos los bienes del monasterio fueron puestos a la venta.
 
Los tiempos actuales discurren entre una situación de incertidumbre creada por el continuo despoblamiento de la zona, aunque se espera que la situación empiece a invertirse, dadas las condiciones naturales que ofrece Villanueva para la vida humana.