PILOÑA.
Representa en campo de azur un caballero armado de punta en blanco seguido de un escudero, ambos a lomos de caballos vadeando el río Piloña y lleva el mote o divisa en oro: " ADELANTE MI ESCUDERO QUE MI CABALLO PIE HALLA". Representan el paso del río Piloña por el rey don Pelayo, cuando éste se dirigía hacia la batalla del año 721.
Reseña Histórica.
Se puede afirmar que el territorio Piloñes ya fue poblado en la época prehistórica paleolítica gracias a los hallazgos descubiertos en las cuevas de Aviau, Espinareu, Coñareu, la Peña Ferrán, la Peña Sorribes en Sevares y La cueva del Sidrón en Borines, donde son de gran importancia las figuras allí halladas. De la etapa neolítica se tiene constancia de al aparición de diversos útiles como los procedentes de la cueva de Valle o los del Dolmen de Coya y que hoy se encuentran desaparecidos. Estudios realizados posteriormente nos muestran una importante ocupación megalítica extendiéndose por todo el concejo estos vestigios históricos, siendo los más destacados los encontrados en el Monte Cayón, donde fue encontrado un monte tumular, actualmente destruido. De la edad de hierro son diversos asentamientos en forma de castros que están dispersos por el territorio. Tenemos muestras castrenses en el Cierrón de Castiellu, Argandenes, La Forca, La Coroña Castru, Sorribes y Antrialgo. Se cree que estos asentamientos estaban formados por la tribu Lugonnes, de filiación celta y que tenía su capital en Paelontium, actualmente denominada Belonciu. Aparecen dos lápidas que muestran la existencia de esta tribu, una en las proximidades del Sueve que reza "Asturum et Luggonum" y otra que reza "Luggoni Arganticaeni" y que algunos relacionan con Argandenes.
De la época de la romanización se conservan dos estelas en el concejo, una en Villamayor referida al pueblo Viroménico, y otra en las inmediaciones de la iglesia Borines y que se refiere al Ablaidico. De la etapa de la monarquía astur, el valle Piloñes es lugar obligado de paso entre la zona central asturiana y los valles orientales de la provincia. La crónica que narra el desplazamiento de Pelayo desde Gijón a Covadonga para iniciar la reconquista, da constancia de estos hechos.
En la época del alto medievo es donde aparecen las primeras documentaciones del concejo Pilones. El río ya aparece con diversos topónimos del tipo "Pialonia". En el "liber testamentorum" de la catedral de Oviedo aparecen referencias al territorio Piloñes, como lo demuestran dos donaciones. Una de ellas hace referencia de la donación efectuada por Ramiro II, hijo de Alfonso III y la reina Jimena, en el año 926, donde dona al obispado ovetense diversas iglesias y terrenos de Piloña. La otra referencia se refiere a la donación echa por Elo Guterriz en el año 1090 del monasterio de San Pedro de Sevares. Durante la época del medievo fueron constantes las adquisiciones por parte de entidades eclesiásticas de lugares del concejo.
Durante los siglos XII, XIII, y XIV aparece el territorio piloñes con cierta personalidad administrativa, habiendo un documento de 1247 perteneciente a San Pelayo y en la que habla del nombramiento de un "tenente" para las demarcaciones de Siero, Nava, Piloña y Caso. En 1314 se habla del cargo real de Notario Público en Piloña. El concejo es uno de los que asiste en 1378 a la junta en la sala capitular de la catedral de Oviedo y que es el germen para la formación de la Junta General del Principado.
Existían en el territorio Pilones diversos cotos señoriales, como los de Lodeña, cuya casa y torre aún se conserva hoy en día, Viyao, Vallín y Abedul. Todos estos cotos fueron agregados de manera definitiva al concejo en el año 1827.
En el siglo XVIII se crean en Piloña la obra pía en la que se enseñan materias teológicas, del latín, de geografía y contabilidad mercantil. Las primeras escuelas públicas que se abrieron fueron las de Infiesto en 1785, no llegando a los demás pueblos del concejo hasta un siglo después.
La entrada del siglo XIX trae consigo la guerra de la Independencia, notándose en todo el territorio. En 1810 se concentran en Infiesto las tropas Españolas del general Llano Ponte con la intención de frenar el avance de las tropas del general Bonet, que llegaron a producir un incendio al monasterio de Villamayor. La primera guerra Carlista también convirtió a Infiesto en escenario de luchas.
A partir de la segunda mitad de siglo se crean las primeras industrias en la zona, como llagares de sidra, fábricas de chocolates, quesos y mantecas y más tarde una azucarera. También se abre la carretera de Oviedo a Ribadesella y se termina la construcción del ferrocarril en 1891. El crecimiento demográfico y la escasez de recursos empujan a mucha gente a emigrar a ultramar.
El siglo XX comienza con la fundación de un gremio artesanal y la aparición de la primera sociedad agrícola. La revolución del 34 y la Guerra Civil dejan en el concejo cruentos combates, perteneciendo al bando republicano derrotado en 1937 y que en su retirada volaron el puente de Infiesto. Al igual que otros concejos vecinos y montañosos, durante la posguerra Piloña fue zona de refugio para guerrilleros que estaban escondidos.